viernes, 11 de marzo de 2016

Diálogos de Piotr y Mijail



— Mijail: ¡Hey Piotr! ¡Alto ahí! ¿Adónde te diriges?
De seguro a encerrarte en tus estudios de rata de biblioteca
— Piotr: Llámalo como quieras, es necesario conocer, estudiar, comprender y explorar las diversas e infinitas formas de la materia…
— Mijail: ¡De que hablas Piotr! ¡Puras chorradas!
¿Quieres colmar aún más las estanterías de los amos con tus volúmenes?
¿Quién te lee Piotr?
¿Quién te escucha?
¿Quién es el característico público de tus refinados estudios?
Ya sabes la respuesta compañero: ¡El burgués!
— Piotr: Pero no es al burgués al que me dirijo compañero… El burgués astuto y pillo se verá en la necesidad de tergiversar la ciencia de la cual mis estudios dejan en claro la naturaleza del ser humano y de cada especie del universo: LA ANARQUIA. El más puro y firme derrotero sobre el cual se encamina el pensamiento. La puerta abierta hacia el infinito más infinito que ninguna palabra puede contener, ni siquiera esa llamada verdad
— Mijail: ¿La verdad? Es todo lo que emancipa a los individuos, todo lo que les da la fuerza para ser ellos mismos, es verdad; todo el resto es falso, liberticida, absurdo. Emancipar al individuo, he ahí la única influencia legítima y bienhechora. Abajo todos los dogmas religiosos y filosóficos —no son más que mentiras—; la verdad no es una teoría, sino un hecho; la vida misma es la comunidad de individuos libres e independientes, es la santa unidad del amor que brota de las profundidades misteriosas e infinitas de la libertad individual…
¡Un hecho Piotr! ¡Un hecho!
¡No una teoría!
— Piotr: Claro compañero… La literatura, la ciencia y el arte deben ser servidos por voluntarios. Solo con esa condición conseguirán liberarse del yugo del Estado, del capital y de la mediocridad burguesa que los ahoga.
Se habla de compartir con quienes no tienen. Pero cuando alguno lo pone en práctica, se le advierte que son sentimientos adecuados para libros poéticos y no para la vida.
— Mijail: La vida misma debe ser un libro poético compañero. Y comenzará a serlo cuando sean extirpadas del corazón humano las malditas denominaciones cristiana-burguesas de: trabajo, abnegación, obediencia, disciplina, responsabilidad. Es allí adonde debemos dirigirnos en primer lugar compañero. Debemos atacar con urgencia y eliminar, asaltando por sorpresa a nuestra conciencia, y eliminar allí al jacobino que se anida. Pues así nos liberaremos de la impostura de la incoherencia con que nos señala el burgués

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