martes, 12 de febrero de 2013

Del Movimiento Estudiantil Secundario, a la construcción de una cultura libertaria - Gabriel Vega




PÉRDIDA DE UNA TRADICIÓN DE LUCHA

Los importantes avances en el plano tecnológico, del desarrollo del pensamiento y la cultura que marcaron el fin del siglo XX, permitían augurar el paso a un nuevo milenio auspicioso en oportunidades y calidad de vida. No obstante, gran parte del conocimiento alcanzado como humanidad ha quedado en manos de unos pocos: los sectores más acomodados de cada país. En tal fenómeno, Chile no podía ser la excepción en tanto modelo de experimentación de la política y economía neoliberal a nivel mundial, impuestas a sangre, fuego y terror en uno de los episodios más crudos de la historia chilena, oportunidad perfecta que los capitalistas usarán para un sin número de conquistas logradas por los trabajadores y sectores oprimidos luego de décadas de ardua lucha contra la negación de sus derechos esenciales, conquistas que fueron fruto de un largo proceso de desarrollo y autoconocimiento a través de la creación de espacios como ateneos, fundación de federaciones obreras, publicación de periódicos, campañas contra el alcoholismo para combatir la enajenación, el respeto por las personas y su entorno, en contra del sexismo, los dogmas cultivados por las iglesias, el militarismo y, por supuesto, la crítica radical al Estado, la economía y cultura burguesa. [1]
 
La conquista de tal patrimonio evidentemente no estuvo exenta de represión, persecución y matanzas contra los sectores en lucha, que a pesar de las adversidades, apostaban por un pueblo ilustrado, autoformado y consciente de la construcción de una vida distinta. Este proceder se mantuvo por varias décadas, herencia aspiracional y forma de combatividad, que a pesar de sus cambios contextuales, también contaron con ciertos elementos de continuidad. A modo de ejemplo, podemos observar el nivel político alcanzado en los años setenta que retrata Patricio Guzmán[2] en el documental “La Batalla de Chile”, en el cual cada trabajador(a) o poblador(a) entrevistado expone muy lúcidamente sobre el proceso político por el que atravesaba el país y el mundo entero. Frente a esta situación cabe preguntarse ¿Qué sucedió con esa tradición participativa en la población de Chile?

Pueden ser muchas las causas del arrebato de nuestra cultura política de participación, pero uno de los factores, a nuestro juicio, más relevante, es el acuerdo de los diferentes sectores políticos en profundizar un modelo democrático totalmente representativo y pasivo, incapaz de generar conflictos ni mucho menos criticar estructuralmente el modelo económico imperante.

EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL SECUNDARIO, IMPULSOR DE NUEVAS LUCHAS Y ORGANIZACIÓN BAJO LÓGICAS DE DEMOCRACIA DIRECTA.


En Chile, durante el año 2011, vimos a gran parte del pueblo salir a las calles en verdaderos estallidos sociales, demandando mayor participación fuera de los partidos políticos, considerados como instituciones añejas que no responden a las necesidades de la gente. Al parecer, la democracia representativa ha profundizado el modelo económico y los intereses de la clase política, olvidando los problemas de las personas.

En este contexto, se está generando un despertar político en el cual la población comienza a exigir cambios en un amplio sentido de la palabra, evidenciando una crisis y desconfianza en la política y democracia representativa.

Uno de los sectores más relevantes en los procesos que dan impulso a los cambios sociales en el último tiempo ha sido, sin duda, el “Movimiento Estudiantil Secundario”, el cual desde el año 2001 comienza a tomar fuerza con el llamado Mochilazo, proceso durante el cual los secundarios salen a las calles para protestar contra las alzas del pasaje escolar en el transporte público y por la demora en la entrega de los pases escolares, siendo un sector pionero en manifestar el descontento masivo frente a las políticas de la supuesta democracia chilena.

Existen muchos elementos que hacen característico y particular al movimiento estudiantil secundario: uno de los más importantes a nuestro parecer, es su forma organizativa horizontal y directa, práctica poco común que, podríamos decir, fue recobrada, considerando que durante la primera mitad del siglo XX muchos sindicatos y organizaciones obreras influenciadas principalmente por ideas anarquistas, hacen suyos los principios de democracia directa, apoyo mutuo, solidaridad y autogestión, no sólo como consignas, sino también como prácticas reales. Quizás, no haya una idea política tan arraigada, no obstante, al menos, podemos observar que hay ciertos rasgos en común entre ambas manifestaciones sociales, es decir, entre los trabajadores de antaño y los estudiantes de hoy.

Plantear la organización estudiantil desde una perspectiva horizontal, en tiempos donde prima la apatía y existe escasa participación política, sobreponiendo elementos tales como la representatividad, la delegación de responsabilidades y toma de decisión, no es una tarea para nada fácil. Muy por el contrario, el camino para romper con las formas de participación política tradicionales ha tenido bastantes dificultades, primero porque la cultura política oficial se reproduce en los establecimientos educacionales:

La escuela enseña un currículo oculto que parece conveniente únicamente para el mantenimiento de la hegemonía ideológica de las clases más poderosas de esta sociedad (Apple, 2008, 63).

Lo cual se muestra en el currículum chileno en el área de formación ciudadana, que a pesar de impulsar propuestas de participación política activa en los jóvenes, estas prácticas finalmente quedan reducidas a los espacios formales de hacer política (Espinoza, Vega, 2011).

La Concertación de Partidos por la Democracia intentó realizar cambios de enfoque para la formación ciudadana, incentivando una mayor participación política de los jóvenes, en ámbitos relegados a la legalidad, el voto como ejercicio democrático. Para los más participativos están los partidos políticos tradicionales, produciéndose una fuerte tensión de legitimidad entre estudiantes con la institucionalidad, como lo hemos visto en varias ocasiones: los estudiantes han intentado levantar nuevas lógicas de participación política, siendo sancionados y perseguidos por las autoridades de los establecimientos educacionales o incluso externas, tal como lo señalan muchos de los colectivos de secundarios en sus boletines y panfletos (Espinoza, Vega, 2011), o aún más, el caso de la marginación de la ACES de las mesas de conversación con el Ministerio el año pasado, por ser catalogados de ultra izquierdistas y radicalizados.

La represión al Movimiento Estudiantil ha buscado deslegitimar y acusar de poca seriedad a las asambleas y espacios horizontales de organización, como colectivos, coordinadoras, cordones o cualquier espacio que no sea formal o reconocido por la institucionalidad. En muchos casos sólo los Centros de Estudiantes (CC.EE.)
[3] son reconocidos como instancias legítimas de representación estudiantil, aun cuando estos no son totalmente autónomos y deben tener la supervisión de un profesor tutor, elementos heredados de la dictadura a través de la Ley Orgánica Constitucional de Educación (LOCE) y levemente reformados por la Ley General de Educación (LGE) en 2006, leyes que han sido un obstáculo para consolidar un movimiento estudiantil fuerte y constante, es decir, que permanezca año tras año sin la necesidad de refundarse cada vez que una generación termina su educación secundaria.

A pesar de los inconvenientes, la perseverancia que han mostrado los secundarios desde hace más de diez años, ha logrado posicionar y legitimar otras formas de organización y participación política por fuera de la legalidad, las cuales incluso traspasan los liceos, tales como cordones y asambleas zonales. El año 2006 de la Revolución Pingüina fue un año clave para las luchas estudiantiles, a pesar que la implementación de la LGE significó una derrota en términos de demandas, pues no impidió el avance organizativo, que luego de seis años de lucha, las asambleas, e incluso con las críticas de los políticos, logran legitimarse socialmente, obligando al gobierno de la Michelle Bachelet negociar con una mayor parte del movimiento y no sólo con algunos dirigentes [4] , además es el primer año en que se comienza a cuestionar el modelo educacional y presentarse demandas de mayor profundidad, que en los años anteriores no lograban estar en el tapete de la discusión pública, como lo fue la exigencia de poner fin a la LOCE o lo que más tarde es el fin al “lucro” en educación.

Debemos recalcar, con el ánimo de no crear un fetiche ni mucho menos una sobrevaloración del movimiento estudiantil que nos limite una reflexión más profunda, que si bien existen elementos de políticas horizontales, estos no siempre han respondido a la lógica de la democracia directa, por supuesto dicha situación se puede entender desde una falta de experiencia política en los primeros años del movimiento, pero también por una carencia de contenido teórico, que confundía muchas veces a los voceros con representantes y a las asambleas con espacios de disputa entre sectores políticos que querían guiar al movimiento respondiendo a intereses que no eran propios de los secundarios, ejemplo de ello son los voceros “figuritas” de partidos parlamentarios, incluso de derecha, que acostumbraban a entrevistar en la prensa, quedando mediáticamente su opinión como visión oficial, 
desconociendo muchas veces la voz de las bases, situación que provoca la burocratización de las asambleas, creando organizaciones similares a las de la política tradicional. Sin embargo, son esas falencias las que permiten a las ideas libertarias dotar de contenidos esos espacios, no como una forma de ganar adherentes para el anarquismo, ni hacer proselitismo para conducir políticamente el movimiento de los secundarios, por el contrario, desde la teoría libertaria se ha apuntado bastante en torno a la democracia directa, autonomía, autogestión, apoyo mutuo, acción directa entre otros principios que coinciden muchas veces con los planteados por los secundarios, radicalmente opuestos a la democracia liberal de representatividad, y sin duda con mucho que aportar al movimiento estudiantil como prácticas de horizontalidad y participación política activa.

El movimiento estudiantil ha estado no casualmente deslegitimado por parte de la institucionalidad, no así desde los distintos sectores sociales, donde ha tenido un amplio apoyo, sin importar el no haber triunfado en la conquista de demandas estructurales, algo que resulta bastante interesante pues, entender a un movimiento social sólo desde sus demandas creo que es un error, sobre todo si consideramos que las y los secundarios han sabido construir cimientos de lo que serán nuevas formas de relación social, criticando la cultura capitalista y fomentando la solidaridad entre el colectivo.

EL PENSAMIENTO LIBERTARIO COMO APORTE A LAS LUCHAS SOCIALES.

 
Tal como acurre con los secundarios, tampoco es casual que el poder y la prensa burguesa intenten deslegitimar el anarquismo, asociándolo al terrorismo o vandalismo. Sabemos que cuando hay fuerzas apuntando a la conquista de mayor justicia social, los poderosos se asustan; a pesar de ello los principios libertarios han sido bien acogidos en los movimientos sociales, siendo una buena oportunidad para legitimarse mediante aportes concretos y no hacerle el juego al Estado y los grupos de poder, he ahí la posibilidad para los secundarios libertarios de compartir experiencias e impulsar prácticas de participación junto a otros actores, salir de la marginalidad política, con el fin que el anarquismo tenga sentido, respaldo y realmente sea un aporte para las luchas sociales, sin pretensión alguna de que el movimiento social vire hacia las ideas libertarias declarándose a sí mismo con tal apellido, pero sí para que desde esas luchas se impulsen los principios que consideramos, rompen con la cultura capitalista y crean un cultura de autonomía y solidaridad, en la cual la formación y aprendizaje colectivo son elementos fundamentales de los cambios sociales:

Los anarquistas presentamos un método nuevo; la libre iniciativa de todos y el pacto libre después de que, abolida revolucionariamente la propiedad privada, todos estén en posesión de igualdad de condiciones para disponer de la riqueza social. Este método, no dejando lugar a la reconstitución de la propiedad privada, debe conducir, por medio de la libre asociación, al triunfo del principio de solidaridad (Malatesta, 2003, 27)

Debemos considerar que el principio de democracia directa es muy acorde al actual contexto de crítica y agotamiento de la democracia representativa, pues apunta precisamente en la participación activa de la mayor cantidad posible de personas, además es sin duda una de las propuestas de participación política que más aceptación ha tenido en los movimientos sociales, siendo un desafío a las y los libertarios para proponer nuevas lógicas de construcción política.

Los anarquistas se han opuesto siempre a la democracia representativa y al parlamentarismo porque consideran que toda delegación del poder por parte del pueblo lleva infaliblemente a la constitución de un poder separado y dirigido contra el pueblo, los anarquistas propusieron siempre como única alternativa la democracia directa. Democracia -piensan- supone burocracia, democracia representativa supone manipulación de la voluntad popular por parte del gobierno y de las clases dominantes; democracia representativa quiere decir de los menos aptos y decisión en manos de los que no saben.(Cappelletti, 2002, 10)

Considerando las palabras de Cappelletti los principios libertarios deben encarnarse en los movimientos sociales en lucha e influenciar a los sectores más pasivos a que pierdan el miedo a participar y tomar la palabra, como también las iniciativas de acción y construcción autónoma de los proyectos que apuntan a la emancipación social y la toma de decisión colectiva respetando los intereses de cada individuo, tal como en su momeno lo señaló la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES):

Crear “consejos escolares resolutivos en todos los establecimientos educacionales del país. Que asegure la participación política real y la organización activa por parte de todo el estudiantado. (ACES, 2010)

En este sentido, el contexto social y político que atravesamos, es muy acorde para la construcción de una cultura libertaria que trascienda a los sectores anarquistas, siendo una herramienta para todos y todas quienes sientan la necesidad de cambiar las relaciones sociales desde las lógicas capitalistas, autoritarias o conservadoras, la revolución no puede ser un mero cambio de administración de un poder, ni gobernantes más o menos democráticos, la revolución necesariamente tiene que considerar un cambio cultural en las relaciones sociales.

No es solamente contra la democracia representativa que se eleva la crítica anarquista, sino también contra la “ley de la mayoría”, porque el pueblo no es una unidad, un cuerpo con una cabeza y todavía menos con dos, sino un colectivo múltiple y conflictivo, de lo que se sigue que las asambleas primarias no tienen el poder de imponer su decisión a aquellos que no participen de ellas, y que no hayan tomado decisiones en común. (Colombo, 2006, 73)

Como ya se ha mencionado, si bien el movimiento estudiantil no está arraigado y no debe estarlo directamente a una ideología política en particular, al menos en los principios debe apuntar a ser lo más horizontal posible, permitiendo a todas y todos los actores ser partícipes de los procesos de transformación, creemos que los secundarios lo han tenido claro, porque la lógica que sigue desde el 2001 hasta la fecha, apunta directamente hacia una participación plena y el respeto a las decisiones colectivas emanadas desde las bases, lo que demuestra que no es casualidad ni un acto espontáneo que en la actualidad se comiencen a ver proyectos de liceos autogestionados, con todas las contradicciones, errores y aciertos, la idea está presente, ya existen experiencias que bien o mal han funcionado o por lo menos han intentado desarrollar nuevas lógicas de participación política, en las cuales los estudiantes crean relaciones sociales basadas en la solidaridad. Debemos considerar que las tomas del 2011 duraron varios meses, en las cuales los jóvenes pudieron realizar vidas en comunidad, compartiendo día a día durante un tiempo bastante largo (experiencia que en la actualidad pocos tienen), en el que debieron enfrentar dilemas frente a cómo debían organizar tareas, administrar espacios, distribuir alimentos, en fin, asumir las actividades que les eran necesarias y poner en práctica la teoría.

Las experiencias alcanzadas por los estudiantes secundarios han demostrado la efectividad de los principios de horizontalidad, los cuales para aportar a los cambios sociales necesariamente deberían influenciar a otros sectores a organizarse y luchar, tomando en consideración el proceso que han transitado los secundarios, tal como ha ocurrido en otras expresiones de lucha como en las diversas manifestaciones regionales. La construcción de una cultura libertaria, no es una idea antojadiza, muy por el contrario, tiene bastante potencial en diferentes actores sociales, es acorde al contexto actual y responde a las demandas de participación de manera radicalmente opuesta a la democracia liberal representativa.

Por otra parte, debemos entender que el movimiento de estudiantes secundarios/as es precisamente de estudiantes, por tanto las reivindicaciones y apuestas de este también deben superar lo administrativo y economicista, y plantearse propuestas hacia el plano educativo y pedagógico. Lo interesante que tiene la teoría libertaria para aportar a este movimiento es precisamente que la teoría necesariamente tiene que alimentarse de la práctica, en ese sentido se deben cuestionar las lógicas de enseñanza tradicional que apuntan a la reproducción y no a la autonomía en la construcción del conocimiento, lo que se condice muy bien con las propuesta de didáctica crítica que apuntan a construir un aprendizaje significativo, en el cual los estudiantes son protagonistas.

Un aprendizaje es significativo cuando los contenidos: Son relacionados de modo no arbitrario y sustancial (no al pie de la letra) con lo que el alumno ya sabe. Por relación sustancial y no arbitraria se debe entender que las ideas se relacionan con algún aspecto existente específicamente relevante de la estructura cognoscitiva del alumno, como una imagen, un símbolo ya significativo, un concepto o una proposición. (Ausubel, 1983,18)

Es por ello que las diversas experiencias llevadas a cabo en los liceos en el proceso de movilización deben materializarse en proyectos educativos que integren a todos los actores involucrados con la educación, debemos construir una educación en base a las necesidades de cada comunidad con respeto a los intereses de cada individuo, colectivizar los conocimientos porque estos no pueden ser un lujo; por otra parte, como planteaba Bakunin (2009) la educación no puede sostener ninguna doctrina política ni ética, sino más bien apuntar a una pedagogía integral en la cual el conocimiento se construya de la forma más amplia posible, brindando todas las herramientas necesarias para que cada individuo se desarrolle y construya su pensamiento, siempre desde la experiencia y la práctica.

Finalmente y considerando entonces tales ideas en la educación y el movimiento social de estudiantes secundarios, también vamos contribuyendo a la creación de una cultura antiautoritaria, participativa y libertaria, fomentando la participación política hacia todos los sectores sociales que comienzan a organizarse, ya que como mencionamos en un comienzo; este modelo democrático diseñado e impuesto en dictadura y aceptado en Democracia, cercenó la rica tradición de organización y participación que caracterizó el movimiento obrero durante gran parte del siglo XX, remplazándola por la participación política pasiva, burocrática y excluyente, pero éstas nuevas experiencias de organización y movilización social, en las cuales las ideas libertarias parecen tener mucho que aportar en la construcción de una cultura totalmente opuesta a la actual, permiten esperanzarnos en la posibilidad de recuperar y superar aquella tradición de lucha perdida, para reencontrarnos, discutir, construir y tomar nuestras propias decisiones, aportando nuevas formas de relacionarnos desde las cuales contribuimos a la creación de una sociedad distinta, más justa y solidaria.//
 

1.Hay que considerar que las características mencionadas no se repitieron en todas las experiencias de organización obrera, siendo mucho más ricas en los orígenes del movimiento obrero de Chile.

2.Patricio Guzmán (1941) destacado cineasta, documentalista chileno, realizador de “La Batalla de Chile” documental que retrata la experiencia de la Unidad Popular y la dictadura militar chilena de 1973.

3.Hay que aclarar que no siempre los colectivos estudiantiles rechazan los espacios oficiales de participación, en algunos casos se utilizan los CC.EE.centros de estudiantes como estrategia para democratizar los espacios y tener mayor llegada y legitimación en acciones de propaganda, ejemplo de ello fue el colectivo “Promedio Rojo” del liceo M. L. Amunategui de Santiago.

4.Debemos entender que si bien las asambleas se legitiman y la democracia directa comienza a tomar sentido, el 2006 también hubo voceros que cumplieron el rol de representantes y muchas veces en vez de cambiar el sentido de la participación política, sólo se cambiaba la forma de representar, cayendo en los viejos vicios de la democracia liberal.



Referencias bibliográficas
APPLE, M. (2008). Ideología y Currículo. Madrid: Akal
BAKUNIN, Mijail, y otros (2009) Anarquismo y educación. Osorno: Caballito de Troya
CAPPELLETTI, Ángel.(2002). La ideología anarquista, Santiago: Editorial Espíritu libertario.
Colombo, E. (2006). La voluntad del pueblo. Buenos Aires: Utopía libertaria.
ESPINOZA, D., VEGA, G. (2011) Una mirada crítica desde la Didáctica de las Ciencias Sociales y la teoría libertaria al discurso de Formación ciudadana hegemónico, en el currículum del sector de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Tesis para optar al título de Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
MALATESTA, E. (2003). La Anarquia. Sevilla: Federación Anarquista Iberica .
ACES (Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios). (Agosto, 2010).“Petitorio”. Recuperado el Setiembre de 2010, de: http://www.diariouno.cl/pulso-pais/marcha-estudiantes-secundarios-convoca-aces/
EMOL (Enero 2012) recuperado Jueves, 12 de Enero de 2012, 12:29 http://www.emol.com/noticias/nacional/2012/01/12/521210/municipio-de-nunoa-afirma-que-despidos-de-docentes-en-esa-comuna-ascienden-a-17.html




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